miércoles, 5 de mayo de 2010

Acústica de salas: reflexión

Las reflexiones en el interior de una sala son importantes debido a que influyen de manera notable en nuestra percepción del sonido.

El oído humano es increíblemente sensible a la hora de localizar la posición de la fuente sonora que percibe. Generalmente somos capaces de localizar la ubicación de un altavoz en la sala con los ojos cerrados. El cerebro humano emplea las diferencias de tiempo entre el sonido directo y el reflejado para realizar esta operación. Cuanto más reflexiones incontroladas se producen en una sala más le cuesta al cerebro humano localizar la fuente sonora.

Pero el oído humano no es perfecto, así los sonidos reflejados que percibimos en un intervalo de tiempo suficientemente corto desde la percepción del sonido directo son interpretados por nuestro cerebro como parte del sonido directo aumentando la sensación de volumen y amplitud.

Es un efecto parecido al que hace que la vista perciba como un movimiento continuo un conjunto de imágenes reproducidas a gran velocidad.

Pero también hay una serie de efectos negativos de las reflexiones que pueden afectar a la calidad acústica de la sala.

En primer lugar consideraremos aquéllas determinadas por las dimensiones de la sala.

Ondas estacionarias y modos propios de la sala

Las ondas estacionarias son un efecto producido por la disposición de dos superficies reflectivas paralelas (como lo son las paredes, suelos y techos de la mayor parte de habitaciones de una casa). Estas ondas estacionarias distorsionan las frecuencias bajas (por debajo de los 300 Hz).



La consecuencia de este efecto es la falta de uniformidad en el nivel de presión sonora en los distintos puntos de la sala.

Este efecto podemos experimentando escuchando música con fuerte contenido en bajas frecuencias como puede ser la música de órgano. Si nos situamos cerca de las paredes y de los rincones de la sala percibiremos de manera mucho más clara las bajas frecuencias.

A las frecuencias en las que ocurren estos efectos se las denomina modos propios de la sala y pueden calcularse de manera sencilla como:

f=c/2d

Siendo c la velocidad de propagación del sonido en el medio (340 m/s para el aire) y d la distancia entre las superficies reflectivas paralelas.

Los modos propios serán todos los múltiplos enteros de esta frecuencia, así por ejemplo para dos superficies separadas 5 m entre sí los modos propios serán: 17 Hz, 34 Hz, 51 Hz, 68 Hz....

A la hora de diseñar acústicamente una sala deberemos considerar los siguiente criterios fundamentales:

  • Debe evitarse que las relaciones entre las dimensiones principales de la sala vengan dadas por números enteros, evitándose especialmente las formas cúbicas.

  • Cuanto más pequeña es la sala más modos propios presenta.

  • Los techos altos e inclinados tienden a dispersar los modos propios de las superficies techo-suelo.

  •  Las ondas estacionarias son más fuertes cerca de las paredes y en los rincones por lo que es recomendable evitar estos puntos a la hora de ubicar el punto donde se encontrará el receptor.


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